lunes, 18 de julio de 2016

CUENTOS INFANTILES
EL PATITO FEO
Todos esperaban en la granja el gran acontecimiento. El nacimiento de los polluelos de mamá pata. Llevaba días empollándolos y podían llegar en cualquier momento.
El día más caluroso del verano mamá pata escuchó de repente…¡cuac, cuac! y vio al levantarse cómo uno por uno empezaban a romper el cascarón. Bueno, todos menos uno.

- ¡Eso es un huevo de pavo!, le dijo una pata vieja a mamá pata.
- No importa, le daré un poco más de calor para que salga.

Pero cuando por fin salió resultó que ser un pato totalmente diferente al resto. Era grande y feo, y no parecía un pavo. El resto de animales del corral no tardaron en fijarse en su aspecto y comenzaron a reírse de él. 

- ¡Feo, feo, eres muy feo!, le cantaban

Su madre lo defendía pero pasado el tiempo ya no supo qué decir. Los patos le daban picotazos, los pavos le perseguían y las gallinas se burlaban de él. Al final su propia madre acabó convencida de que era un pato feo y tonto. 

- ¡Vete, no quiero que estés aquí! 

El pobre patito se sintió muy triste al oír esas palabras y escapó corriendo de allí ante el rechazo de todos.
Acabó en una ciénaga donde conoció a dos gansos silvestres que a pesar de su fealdad, quisieron ser sus amigos, pero un día aparecieron allí unos cazadores y acabaron repentinamente con ellos. De hecho, a punto estuvo el patito de correr la misma suerte de no ser porque los perros lo vieron y decidieron no morderle. 

- ¡Soy tan feo que ni siquiera los perros me muerden!- pensó el pobre patito.

Continuó su viaje y acabó en la casa de una mujer anciana que vivía con un gato y una gallina. Pero como no fue capaz de poner huevos también tuvo que abandonar aquel lugar. El pobre sentía que no valía para nada.

Un atardecer de otoño estaba mirando al cielo cuando contempló una bandada de pájaros grandes que le dejó con la boca abierta. Él no lo sabía, pero no eran pájaros, sino cisnes. 
- ¡Qué grandes son! ¡Y qué blancos! Sus plumas parecen nieve .

Deseó con todas sus fuerzas ser uno de ellos, pero abrió los ojos y se dio cuenta de que seguía siendo un animalucho feo. 

Tras el otoño, llegó el frío invierno y el patito pasó muchas calamidades. Un día de mucho frío se metió en el estanque y se quedó helado. Gracias a que pasó por allí un campesino, rompió el frío hielo y se lo llevó a su casa el patito siguió vivo. Estando allí vio que se le acercaban unos niños y creyó que iban a hacerle daño por ser un pato tan feo, así que se asustó y causó un revuelo terrible hasta que logró escaparse de allí. 

El resto del invierno fue duro para el pobre patito. Sólo, muerto de frío y a menudo muerto de hambre también. Pero a pesar de todo logró sobrevivir y por fin llegó la primavera.

Una tarde en la que el sol empezaba a calentar decidió acudir al parque para contemplar las flores, que comenzaban a llenarlo todo. Allí vio en el estanque dos de aquellos pájaros grandes y blancos y majestuosos que había visto una vez hace tiempo. Volvió a quedarse hechizado mirándolos, pero esta vez tuvo el valor de acercarse a ellos.

Voló hasta donde estaban y entonces, algo llamó su atención en su reflejo. ¿Dónde estaba la imagen del pato grande y feo que era? ¡En su lugar había un cisne! Entonces eso quería decir que… ¡se había convertido en cisne! O mejor dicho, siempre lo había sido.

Desde aquel día el patito tuvo toda la felicidad que hasta entonces la vida le había negado y aunque escuchó muchos elogios alabando su belleza, él nunca acabó de acostumbrarse.


NATURALEZA

Había una vez una vieja casa construida junto a un frondoso bosque. Sus habitantes comían muchos caracoles, porque les encantaban. Pero llegó un día en el que se acabaron, y tuvieron que dejar de comerlos. 

Lo que sí que había en el bosque eran muchos lampazos, las plantas que comían los caracoles. Y como no había caracoles para comerlas, estas plantas estaban invadiéndolo todo. 

Pero no todos los caracoles se habían extinguido. Todavía quedaban dos caracoles blancos, la especie más noble de todos los caracoles. Eran muy viejos y habían permanecido bien escondidos, lejos de la casa en la que se comían a sus amigos, primos y hermanos.

Un día, los viejos caracoles blancos encontraron un pequeño caracol común perdido, y lo adoptaron con si fuera hijo suyo, porque ellos no tenían a nadie más y se hacían mayores. Pero el pequeño caracol no crecía. Al fin y al cabo, no era más que un simple caracol ordinario. 

Un día, la mamá caracola creyó observar que su pequeño se desarrollaba, y le pidió a papá caracol que se fijara bien, a ver qué le parecía. El papá caracol confirmó que, efectivamente, el pequeñín empezaba a crecer. 

Un día se puso a llover con fuerza.

-Escucha el rampataplán de la lluvia sobre los lampazos -dijo el viejo caracol.

-Fíjate en las gotas de lluvia -observó la madre caracola-. Mira cómo bajan por el tallo y lo mojan. Suerte que tenemos nuestra buena casa, y que el pequeño tiene también la suya. La naturaleza nos han tratado a nosotros, los caracoles, mejor que a los demás seres vivos, porque tenemos una casa desde que nacemos, y para nosotros plantaron un bosque de lampazos. Me gustaría saber hasta dónde se extiende.

-No hay nada fuera de aquí -respondió el padre caracol-. Mejor que esto no puede haber nada.

-Pues a mí me gustaría ver la casa vieja que hay más allá -dijo la vieja caracola-. Todos nuestros antepasados pasaron por allí, así que debe ser algo excepcional.

-Tal vez la casa esté destruida -dijo el caracol padre-, o quizás el bosque de lampazos la haya cubierto.

-No seas tan negativo-dijo la madre-. ¿No crees que si nos adentrásemos en el bosque de lampazos encontraríamos a alguno de nuestra especie? Nuestro pequeño necesitará una compañera.

-Seguramente habrá por allí caracoles negros -dijo el viejo caracol-, caracoles negros sin cáscara, que son ordinarios y orgullosos. Podríamos encargarlo a las hormigas, que siempre corren de un lado para otro, como si tuviesen mucho que hacer. Seguramente encontrarían una compañera para nuestro pequeño.

-Yo conozco a la más hermosa de todas -dijo una de las hormigas-, pero me temo que no haya nada que hacer, pues se trata de una reina.

-¿Y eso qué importa? -dijeron los viejos-. ¿Tiene una casa?

-Tiene un palacio -exclamó la hormiga-, un bellísimo palacio hormiguero.

-Muchas gracias -dijo la madre caracola-. Nuestro hijo no va a ir a un nido de hormigas. Si no tenéis otra cosa mejor, hablaremos con los mosquitos blancos, que vuelan a mucha mayor distancia, tanto si llueve como si hace sol, y conocen el bosque de lampazos por dentro y por fuera.

-¡Tenemos esposa para él! -exclamaron los mosquitos-. Allí cerca, en un zarzal, vive una caracolita con casa. Es muy pequeñita, pero tiene la edad suficiente para casarse. Está a cien pasos de hombre de aquí.

-Muy bien, pues que venga -dijeron los viejos-. Nuestro pequeño posee un bosque de lampazos, y ella, sólo un zarzal.

Y enviaron un recado a la señorita caracola, que necesitó ocho días para hacer el viaje. Y se celebró la boda. La pareja recibió como regalo la herencia de todo el bosque de lampazos.

Cuando acabó la fiesta, los viejos caracoles se metieron en sus casas y se quedaron dormidos para siempre. La joven pareja reinó en el bosque de lampazos. Tuvieron muchos hijos, a los que enseñaron prudencia para no ir más allá de sus dominios y así librarse de ser comidos por los habitantes de la casa. 


EL GATO CON BOTAS
Había una vez un molinero pobre que cuando murió sólo pudo dejar a sus hijos por herencia el molino, un asno y un gato. En el reparto el molino fue para el mayor, el asno para el segundo y el gato para el más pequeño. Éste último se lamentó de su suerte en cuanto supo cuál era su parte.

- ¿Y ahora qué haré? Mis hermanos trabajarán juntos y harán fortuna, pero yo sólo tengo un pobre gato.

El gato, que no andaba muy lejos, le contestó:

- No os preocupéis mi señor, estoy seguro de que os seré más valioso de lo que pensáis.

- ¿Ah sí? ¿Cómo?, dijo el amo incrédulo

- Dadme un par de botas y un saco y os lo demostraré.

El amo no acababa de creer del todo en sus palabras, pero como sabía que era un gato astuto le dio lo que pedía.

El gato fue al monte, llenó el saco de salvado y de trampas y se hizo el muerto junto a él. Inmediatamente cayó un conejo en el saco y el gato puso rumbo hacia el palacio del Rey.

- Buenos días majestad, os traigo en nombre de mi amo el marqués de Carabás - pues éste fue el nombre que primero se le ocurrió - este conejo.

- Muchas gracias gato, dadle las gracias también al señor Marqués de mi parte.

Al día siguiente el gato cazó dos perdices y de nuevo fue a ofrecérselas al Rey, quien le dio una propina en agradecimiento.

Los días fueron pasando y el gato continuó durante meses llevando lo que cazaba al Rey de parte del Marqués de Carabás.

Un día se enteró de que el monarca iba a salir al río junto con su hija la princesa y le dijo a su amo:

- Haced lo que os digo amo. Acudid al río y bañaos en el lugar que os diga. Yo me encargaré del resto.

El amo le hizo caso y cuando pasó junto al río la carroza del Rey, el gato comenzó a gritar diciendo que el marqués se ahogaba. Al verlo, el Rey ordenó a sus guardias que lo salvaran y el gato aprovechó para contarle al Rey que unos forajidos habían robado la ropa del marqués mientras se bañaba. El Rey, en agradecimiento por los regalos que había recibido de su parte mandó rápidamente que le llevaran su traje más hermoso. Con él puesto, el marqués resultaba especialmente hermoso y la princesa no tardó en darse cuenta de ello. De modo que el Rey lo invitó a subir a su carroza para dar un paseo.

El gato se colocó por delante de ellos y en cuanto vio a un par de campesinos segando corrió hacia ellos.

- Buenas gentes que segáis, si no decís al Rey que el prado que estáis segando pertenece al señor Marqués de Carabás, os harán picadillo como carne de pastel.

Los campesinos hicieron caso y cuando el Rey pasó junto a ellos y les preguntó de quién era aquél prado, contestaron que del Marqués de Carabás.

Siguieron camino adelante y se cruzaron con otro par de campesinos a los que se acercó el gato.

- Buenas gentes que segáis, si no decís al Rey que todos estos trigales pertenecen al señor Marqués de Carabás, os harán picadillo como carne de pastel.

Y en cuanto el Rey preguntó a los segadores, respondieron sin dudar que aquellos campos también eran del marqués.

Continuaron su paseo y se encontraron con un majestuoso castillo. El gato sabía que su dueño era un ogro así que fue a hablar con el.

- He oído que tenéis el don de convertiros en cualquier animal que deseéis. ¿Es eso cierto?

- Pues claro. Veréis cómo me convierto en león

Y el ogro lo hizo. El pobre gato se asustó mucho, pero siguió adelante con su hábil plan.

- Ya veo que están en lo cierto. Pero seguro que no sóis capaces de convertiros en un animal muy pequeño como un ratón.

- ¿Ah no? ¡Mirad esto!

El ogro cumplió su palabra y se convirtió en un ratón, pero entonces el gato fue más rápido, lo cazó de un zarpazo y se lo comió.

Así, cuando el Rey y el Marqués llegaron hasta el castillo no había ni rastro del ogro y el gato pudo decir que se encontraban en el estupendo castillo del Marqués de Carabás.

El Rey quedó fascinado ante tanto esplendor y acabó pensando que se trataba del candidato perfecto para casarse con su hija.

El Marqués y la princesa se casaron felizmente y el gato sólo volvió a cazar ratones para entretenerse.



EL REY RANA
Había una vez una princesa muy bella, pero también muy caprichosa, que vivía en un hermoso palacio rodeada de lujos y comodidades. El pasatiempo preferido de la princesa era jugar con una pelota de oro junto al estanque por las tardes al caer el sol. 

Un día a la princesa se le cayó la pelota al estanque y desapareció. La niña empezó a llorar muy desconsolada. Al oír sus lamentaciones una rana asomó su cabeza y le dijo:

- ¿Qué te ocurre, princesita? ¡Lloras como para ablandar las piedras!

La niña miró a su alrededor buscando de dónde venía aquella voz. Al descubrir una rana que asomaba su gruesa y fea cabezota por la superficie del agua gritó:

-¡Ah! ¿Eres tú, viejo chapoteador? Lloro por mi pelota de oro, que se me cayó en el estanque.

-Cálmate y no llores más -replicó la rana-- Yo puedo arreglarlo. Pero, ¿qué me darás si te devuelvo tu pelota de oro?

-Lo que quieras, mi buena rana- respondió la princesa. Mis vestidos, mis perlas y piedras preciosas, hasta la corona de oro que llevo puesta.

-No me interesan tus vestidos, ni tus perlas y ni tus piedras preciosas, ni tampoco tu corona de oro -dijo la rana. Pero si estás dispuesta a quererme, si me aceptas por tu amiga y compañera de juegos, si dejas que me siente a la mesa a tu lado y coma de tu plato y beba de tu vaso y duerma en tu cama, si me prometes todo esto, bajaré al fondo del estanque y te traeré la pelota de oro.

-¡Oh, sí! -exclamó la princesa. Te prometo que haré todo eso si me traes la pelota.
Pero para sus adentros la princesa pensaba:

-¡Qué tonterías se le ocurren a este bichejo! Tiene que quedarse en el agua con sus semejantes. ¿Cómo puede ser compañera de las personas?

Mientras tanto, la rana se zambulló en el agua y, tras un rato buscando, volvió con la pelota en la boca. La rana soltó la pelota en la hierba mientras la princesita daba saltos de alegría al ver su hermoso juguete.Entonces, la princesa recogió la pelota y echó a correr sin hacer caso a la rana, que la llamaba para que la esperara. 

Al día siguiente, mientras la princesita comía junto al Rey y todos los cortesanos, se oyó que algo subía fatigosamente las escaleras de palacio y, una vez arriba, llamaba a la puerta: 

-¡Princesita, ábreme!

La princesa corrió a la puerta para ver quién llamaba y, al abrir, se encontró con la rana. Al verla, la niña cerró de un portazo y volvió a la mesa, muy nerviosa.

Cuando el Rey vio a la niña tan alterada le dijo:

-Hija mía, ¿de qué tienes miedo?

-¡Ay, padre! Ayer estaba en el bosque jugando junto al estanque y se me cayó al agua la pelota de oro. Y mientras yo lloraba, una rana asquerosa me la trajo. Yo le prometí que sería mi compañera si lo hacía; pero jamás pensé que pudiese alejarse de su charca para seguirme. Ahora está ahí afuera y quiere entrar 

-Debes cumplir tu promesa -dijo el Rey-. Ve y abre la puerta.

La niña fue a abrir. En cuanto lo hizo, la rana saltó dentro y siguió a la princesa hasta su silla, se subió a la mesa y comió de su plato mientras ella miraba con repugnancia a la rana. 

-Estoy cansada -dijo la rana-. Llévame a tu cama para descansar.

La princesa así lo hizo. Pero una vez en la cama le dio tanto asco ver a la rana junto a ella que la lanzó contra la pared. Al caer al suelo tras el gran golpe la rana se convirtió en un apuesto príncipe, al que el Rey aceptó como compañero y esposo de su hija. 

El príncipe les contó que una bruja malvada lo había encantado, y que nadie sino ella podía desencantarlo y sacarlo de la charca.

Al día siguiente la princesa y su compañero partieron hacia el reino de éste, donde se convertirían en reyes y vivirían felices para siempr

EL CARACOL Y EL ROSAL
Un rosal lleno de flores crecía en el centro de un jardín. Bajo el rosal vivía un caracol que cargaba con su gran caparazón.

- ¡Calma! -decía el caracol-. ¡Ya llegará mi hora!

- Espero mucho de ti -dijo el rosal-. Dime cuándo.

- Me tomo mi tiempo -contestó el caracol-. Así se preparan las sorpresas.

Un año después, el caracol tomaba el sol allí mismo y el rosal echaba capullos y lucía hermosas rosas.

-¡Nada ha cambiado! -dijo el caracol-. No ha habido ningún progreso.

Pasó el verano, vino el otoño y el rosal siguió dando capullos y rosas hasta el invierno, cuando nevó. El rosal se inclinó y el caracol se cobijó, enterrándose allí mismo. Meses después, con la primavera, las rosas salieron y el caracol también.

- Ya eres un rosal viejo -dijo el caracol-. Pronto morirás y no hiciste nada por hacer otras cosas, pues no distes otros frutos que rosas.

-Me asustas -dijo el rosal-. Nunca lo pensé. Florecía de contento, ¡no podía evitarlo! Bebía del rocío y de la lluvia generosa. Respiraba. De la tierra me subía la fuerza y del cielo también la recibía. Sentía una felicidad siempre nueva y profunda, así que florería sin remedio. Esa era mi vida y no podía hacer otra cosa.

-Tu vida fue demasiado fácil -dijo el caracol.

-Cierto -dijo el rosal-. Pero tú tuviste más suerte aún. Eres un ser de gran inteligencia, que podría asombrar al mundo. Es cierto que no te he dado sino rosas; pero tú, en cambio, que posees tantos dones, ¿qué le has dado al mundo?

-¿Darle yo al mundo? -dijo el caracol-. Anda, sigue cultivando tus rosas. Deja que los castaños den frutos y que las vacas y las ovejas den leche. Cada uno tiene su público, yo tengo el mío dentro de mí. El mundo no me interesa. 

Dicho esto, el caracol se metió dentro de su casa y la selló.

-¡Qué pena! -dijo el rosal-. Yo no puedo esconderme. Cierta vez vi cómo una madre guardaba una de mis rosas y cómo una joven se prendía otra en el pecho, y cómo un niño besaba otra con emoción. Eso me alegró.

Pasaron los años. El caracol se había vuelto polvo, y el rosal también, así como las rosas que alguien cogiera de él. Pero en el jardín brotaban los rosales nuevos, y los nuevos caracoles se arrastraban dentro de sus casas y escupían al mundo. 

¿Empezamos otra vez nuestra historia desde el principio? No vale la pena... siempre sería la misma.



LA REINA DE LAS ABEJAS
Érase una vez un rey que tenía tres hijos. Los mayores eran muy aventureros, tanto que un día decidieron abandonar el palacio donde vivían para ir en busca de aventuras. Fueron de acá para allá, disfrutando de una vida sin responsabilidades ni obligaciones. Tanto les gustó su nueva vida que decidieron no volver jamás a casa.

Un día el hermano pequeño, al que todos llamaban “El bobo”, decidió ir a buscar a sus hermanos mayores para unirse a ellos. Cuando por fin el hermano pequeño encontró a los mayores, estos se burlaron de él, pero finalmente se fueron todos juntos. 

Al rato llegaron a un hormiguero. Los dos mayores quisieron revolverlo para ver cómo las hormigas correteaban asustadas de un lado a otro, pero el bobo les pidió que las dejaran en paz. Los mayores accedieron y siguieron el camino. 

Al rato llegaron a un lago donde había muchos patos. Los mayores quisieron cazar algunos, pero el bobo les pidió que los dejaran en paz. Una vez más, los mayores accedieron y siguieron el camino. 

Finalmente, los tres hermanos llegaron a una colmena cargada de miel. Los mayores querían acabar con las abejas prendiendo fuego bajo el árbol y así poder coger la miel. El bobo, una vez más, les pidió que dejaran en paz a las abejas. Los mayores accedieron y continuaron caminando. 

Al rato, los tres hermanos llegaron a un palacio en el que solo había un montón de caballos petrificados. Juntos recorrieron el edificio hasta encontrar una puerta que tenía tres cerrojos. En mitad de la puerta, había una mirilla y por ella se podía ver lo que había dentro.

Los hermanos miraron y vieron a un hombrecillo gris sentado a una mesa. Lo llamaron a voces una vez, pero no los oyó. Lo llamaron una segunda vez, pero tampoco contestó. Cuando llamaron por tercera vez, el hombrecillo se levantó y salió. Sin decir ni una palabra, los agarró y los condujo a una mesa llena de exquisitos manjares.

Después de comer, el hombrecillo llevó a cada uno de ellos a un dormitorio, donde durmieron plácidamente. Por la mañana, el hombrecillo entró en el dormitorio donde dormía el mayor, le hizo señas con la mano y lo llevó a una mesa de piedra, sobre la que estaban escritas las tres pruebas que había que superar para desencantar el palacio.

La primera prueba consistía en buscar las mil perlas de la princesa que estaban en el bosque, debajo del musgo, y llevarlas al palacio antes de que se hiciera de noche. El hermano mayor fue a buscarlas. Cuando anocheció solo había encontrado cien perlas, así que quedó convertido en piedra. 

Al día siguiente, el hombrecillo fue a buscar al segundo hermano y le encomendó la misma tarea. Pero como al anochecer solo había conseguido encontrar doscientas perlas quedó convertido en piedra también. 

Entonces llegó el turno del hermano pequeño, del bobo. Este, al ver lo difícil que era la tarea, se sentó en una piedra a llorar. El rey de las hormigas, que lo había seguido para darle las gracias, lo vio llorar. En agradecimiento por haber salvado su colonia fue a buscar a sus hermanas hormigas y, entre todas, encontraron las perlas y las llevaron al lugar acordado. 

Pero todavía quedaban dos pruebas más. La segunda prueba consistía en sacar del mar la llave de la alcoba de la princesa. El bobo, asustado, se puso a llorar. Entonces se acercaron nadando los patos a los que él una vez había salvado, que le habían seguido para darle las gracias. Los patos se sumergieron en el mar y sacaron la llave del fondo.

Solo faltaba una prueba para deshacer la maldición. La prueba consistía en escoger a la más joven de las tres durmientes hijas del rey. Pero las tres eran exactamente iguales. Lo único que se diferenciaban era que la mayor había tomado un terrón de azúcar, la segunda sirope y la menor una cucharada de miel. Para encontrar a la pequeña solo había una manera: identificar el olor de la miel en el aliento de las niñas. 

Pero como el bobo no diferenciaba entre los tres olores dulces de la miel, el sirope y el azúcar se puso a llorar. Entonces llegó la reina de las abejas, que lo había seguido para darle las gracias y se posó en la boca que había tomado miel. De este modo, el bobo reconoció a la más pequeña de las princesas. 

En ese momento se deshizo el encantamiento y todo volvió a la normalidad. El bobo se casó con la más joven de las princesas, que era también la preferida del rey, que los nombró herederos de la corona. 

Los otros dos hermanos se casaron con las otras dos princesas y ayudaron a su hermano a reinar, olvidándose de su antigua vida de holgazanería.


PINOCHA

Una noche, estaba el carpintero Gepetto tallando en su taller un muñeco de madera. Como siempre, se esforzó tanto en su trabajo que el resultado fue realmente extraordinario. No le faltaba detalle: sus piernas, sus brazos, su cuerpo y una simpática nariz putiaguda. 

- Ya estás listo. Aunque debería ponerte un nombre… ¡Ya sé! Como estás hecho de pino te llamaré Pinocho. - dijo el viejo carpintero. 

Lástima que sólo seas un muñeco y no puedas ser mi hijo, me encantaría que fueses un niño de verdad.

Pero mientras Gepetto dormía llegó a la casa una invitada: el Hada Azul. Ésta había oído el deseo del anciano y estaba allí para hacerlo realidad. Cogió su varita mágica y le dijo a Pinocho:

- Despierta Pinocho. Ahora puedes hablar y moverte como los demás. Pero tendrás que ser muy bueno si quieres convertirte en un niño de verdad - y tras decir esto el hada desapareció.

Pinocho comenzó a moverse por el taller y escondido tras unos juguetes descubrió a un grillo.

- Hola, ¿quien eres? Yo me llamo Pinocho. Puedes salir y jugar conmigo si quieres. 

El grillo tuvo un poco de miedo, pero acabó saliendo. Se hicieron rápidamente amigos y empezaron a jugar y a reír. Armaron tal estruendo que despertaron a Gepetto.

Cuando vio que su sueño se había cumplido y Pinocho había cobrado vida lo abrazó con todas sus fuerzas y comenzó a reír. 

- ¡Qué alegría Pinocho! Haré de tí un niño bueno y aplicado. Aunque para eso deberías ir a la escuela… Sí, ya se. Irás mañana mismo como todos los niños. Espérame aquí que voy a comprarte un libro.

El anciano salió de casa y regresó muy tarde. Incluso tuvo que vender su abrigo para comprar el libro al pequeño. Pero no le importó porque sólo deseaba lo mejor en el mundo para el que ahora era su hijo. 

Al día siguiente Pinocho iba camino de la escuela cuando se cruzó con un chico al que todos llamaban Espárrago porque era muy delgado. 

- ¿Vas a ir al colegio? ¡Pero si es aburridísimo! Vente conmigo a ver el teatro de marionetas. ¡Verás como allí si que te lo pasas bien!

Pinocho no lo dudó y le dijo que sí a su nuevo amigo. 

- Pero Pinocho, ¿qué haces? - le dijo el grillo parlanchín, que escondido en el bolsillo de su chaqueta lo había oído todo - ¡Tu obligación es ir a la escuela! ¡Y es también el deseo de tu padre!

Pero Pinocho no hizo caso de los consejos de su amigo y fue con Espárrago al teatro. 

La función tanto gustó a Pinocho que acabó subiéndose al escenario con el resto de las marionetas. La gente aplaudía y reía animádamente y Tragalumbre, el dueño del teatro, se percató enseguida de que Pinocho podría hacerle ganar mucho dinero.

- No puedo quedarme señor - contestó Pinocho a Tragalumbre - Mi padre…

Y antes de que pudiera acabar la frase lo cogió por el brazo, lo metió en una jaula y lo encerró con llave. 

El pobre empezó a llorar, tanto que el Hada Azul lo oyó y acudió en su ayuda para liberarlo.

De vuelta a casa Pinocho encontró a Gepetto muy preocupado.

- ¿Dónde estabas Pinocho?
- En la escuela padre… Pero luego la maestra me pidió que fuera a hacer un recado…

Y en ese instante la nariz de Pinocho comenzó a crecer y a crecer sin que el pobre pudiera hacer nada.

- ¡Debes decir la verdad! Le reprendió su amigo el grillo parlanchín.

Pinocho confesó muy triste la verdad a su padre y le prometió no volver a mentir ni faltar tampoco a la escuela.

Al día siguiente cuando se dirigía a la escuela junto con su amigo el grillo cuando se encontró a Espárrago escondido en un callejón. 

- ¿Qué haces aquí Espárrago?
- Esperar al carruaje que va al País de los juguetes. Es un lugar increíble, está lleno de golosinas y caramelos y no hay escuela ni nadie que te diga lo que tienes que hacer. ¡Hasta puedes pasarte el día entero jugando si quieres! ¿Por qué no vienes conmigo?

Pinocho aceptó rápidamente y de nuevo volvió a desobedecer a su padre y a olvidar sus promesas. Su amigo el grillo trató de advertírselo, pero Pinocho no hizo caso alguno.

- ¡No, Pinocho!. No es buena idea que vayas, créeme. Recuerda la promesa a tu padre.

En el País de los juegos todo era estupendo. Había atracciones por todos lados, los niños corrían y reían, podían comer algodón de azúcar y chocolate… a Pinocho no se le ocurría un lugar mejor en el que estar. Pinocho pasó así días y días hasta que un día pasó junto a un espejo y se dio un gran susto.

- ¡¡¿Pero qué es esto?!! - dijo tocándose la cabeza - ¡Me han salido orejas de burro!

Corrió a contárselo a Espárrago y no pudo encontrarlo por ninguna parte. ¡En su lugar había un burro! Estaba tan asustado que quiso pedir ayuda y todo lo que fue capaz de hacer fue rebuznar. Afortunadamente su fiel amigo el grillo parlanchín seguía siendo un grillo así que pudo indicar a Pinocho la forma de salir de aquel lugar lo antes posible. 

Pinocho y el grillo caminaron durante días hasta llegar a casa y las orejas de burro terminaron por desaparecer. Pero cuando llegaron a casa de Gepetto la encontraron vacía.

- ¡No está! ¡Mi padre no está! - decía Pinocho entre lágrimas

Una paloma que pasaba por allí oyó a Pinocho. 

- Perdona pero, ¿tu padre se llama Gepetto tal vez?
- Sí, si. ¿Cómo lo sabes?
- Porque lo he visto en el mar. Iba en una barca y una enorme ballena se lo ha tragado.
- ¿Una ballena? ¡Rápido grillo, tenemos que ir en su búsqueda! Gracias paloma.

Pinocho y el grillo llegaron a la playa y se subieron a una pequeña barca de madera. Anduvieron días a la deriva en el inmenso océano. De repente, les pareció divisar tierra a lo lejos, pero cuando estuvieron cerca se dieron cuenta de que no era tierra lo que veían sino la ballena que andaban buscando. 

Dejaron que la ballena se los tragara y todo se quedó sumido en la más absoluta oscuridad. Pinocho comenzó a llamar a su padre a gritos pero nadie le contestaba. En el estómago de la ballena solo había silencio. Al cabo de un largo rato Pinocho vio una lucecita al fondo y le pareció escuchar una voz familiar. 

- ¿Pinocho? ¿Eres tu, Pinocho?- gritaba la voz
- ¡Es mi padre! Papá aquí, soy yo. ¡Estoy aquí!

Por fin pudieron volver a abrazarse padre e hijo después de tanto tiempo. Estaban tan contentos que por un momento se olvidaron de que tenían que encontrar la forma de salir de allí.

- Ya sé - dijo Pinocho - haremos fuego quemando una de las barcas y así la ballena estornudará y podremos salir. 

El plan dio resultado, la ballena dio un tremendo estornudo y Gepetto, Pinocho y el grillo parlanchín salieron volando. Estaban a punto de alcanzar la playa cuando Pinocho vio como a su viejo padre le faltaban las fuerzas para continuar.

- Agárrate a mi. Yo te llevaré

Pinocho lo llevó a su espalda pero él también empezaba a estar cada vez más y más cansado. Cuando llegaron a la orilla su cuerpo de madera se rindió y quedó tendido boca abajo en el agua. 

- ¡Pinocho! ¡No, por favor! ¡No te vayas y me dejes aquí! - gritaba desconsolado Gepetto cogiendo a Pinocho entre sus brazos

En ese momento apareció el Hada Azul.

- Gepetto, no llores. Pinocho ha demostrado que aunque haya sido desobediente tiene buen corazón y te quiere mucho así que se merece convertirse un niño de verdad. 

De modo que el hada movió su varita y los ojos de Pinocho se abrieron de nuevo. Se había convertido en un niño de verdad.

Pinocho, Gepetto y el grillo volvieron a casa y vivieron felices durante muchos muchos años.

TRABALENGUAS












11. Rosa Rosales cortó una rosa que, roja la rosa de Rosa Rosales.
12. Corté perejil y me emperijile y el que me desperijile, será un buen desperijilador.
13. Pedro Pérez pica papas con un pelador de papas ¿Cuántas papas Pedro pela?
14. Cómo poco coco como, poco coco compro.

15. Una rata rara con rabia rastreaba con una rama con traba.

ADIVINANZAS
1. Mi tía Cuca tiene una mala racha, ¿quién será esta muchacha? La cucaracha
2. Canto en la orilla, vivo en el agua, no soy pescado, ni soy cigarra. La rana
3. Soy pequeño y blandito y mi casa llevo sobre el lomito. El caracol
4. Porque tengo sangre fría aparezco en primavera en piedras encaramada siempre al sol que más calienta. La lagartija

5. Dos pinzas tengo, hacia atrás camino, en el agua vivo, en el mar o en el río.El cangrejo
6. Tengo hipo al decir mi nombre, ¿quien soy? El hipopótamo
7. ¿Cuál es el animal que más tarda en quitarse los zapatos? El cienpiés
8. ¿Quién será que de noche sale y de día se va? El búho

9. En lo alto vive, en lo alto mora, en lo alto teje la tejedora. La araña 

10. ¿Qué animal tiene las cinco vocales? El murciélago
11. Tiene ojos y no ve, tiene agua y no la bebe, tiene carne y no la come tiene barba y no es un hombre. El coco
12. Soy un viejo arrugadito que si me echan al agua salgo mucho más gordito. El garbanzo
13. Tengo capa sobre capa; si me las quieren quitar nadie de llorar se escapa. La cebolla
14. Primero blanca nací, después verde me quedé, y cuando dorada torné, hiciste un jugo de mí. La naranja
15. Una señorita va por el mercado con su cola verde y su traje morado. La berenjena
16. En blanco pañal nací, En verde me transformé, Y durante el crecimiento, Amarillo me quedé. El limón
17. Oro parece y plata no es, ¡y no lo adivinas de aquí a un mes! El plátano
18. Sobre la baca la o. ¿A qué no lo aciertas? El bacalao
19. Vengo de padres cantores, pero yo no soy cantor. Llevo la ropa blanca y amarillo el corazón. ¿Quién soy? El huevo
20. Con tomate y con lechuga, en el plato suelo estar; puedo ser algo picante y a muchos hago llorar. La cebolla
21. Zorra le dicen, aunque siempre del revés. Se lo come el japonés y plato muy rico es. El arroz
22. Choco me dice la gente, late mi corazón. El que no sepa mi nombre, es un gran tontorrón. El chocolate
23. Blanca por dentro, verde por fuera. Si quieres que te lo diga, espera. La pera
24. ¿Quieres té? ¡Pues toma té! ¿Sabes ya qué fruto es? El tomate

25. Redondo como la luna y blanco como la cal. Me hacen de leche… ¡y ya no te digo más! El queso

CHISTE

SOBRE EL MAESTRO QUE ACABA DE COBRAR

Llega el cobrador y entrega un sobre al maestro, y un alumno indiscreto le pregunta: -¿Qué es eso? -Mi sueldo. -¿Su sueldo?, ¡pero cómo! ¡si se divierte ustd teniéndonos encerrados, regañándonos, castigándonos, acusándonos a nuestros padres... y encima todavía le pagan!


EL GALLEGO QUE PREGUNTA POR EL PARTIDO DE FÚTBOL

Un gallego llega al fútbol cuando el partido ya ha comenzado y pregunta: -¿Cómo van? -Cero a cero. -¿Quién anotó el primer cero?

EL MÉDICO QUE INVITA AL AMIGO

Un médico, cuya escritura era del todo ilegible, escribió a un amigo y cliente para invitarle a comer, pero éste no se presentó, y el médico le llamó por teléfono: -¿Recibió usted la nota que le mandé? -Sí, doctor, la llevé inmediatamente a la farmacia y estoy mucho mejor.


EL NEGOCIANTE DE HUEVOS QUE ES PADRE

Aquel negociante de huevos estaba tan enamorado de su profesión, que bautizó a sus dos hijas con los nombres de Clara... y Emma.

En la calle un individuo saluda a otro que pasa. - Adiós Matías. -Yo no soy Matías, pero de todos modos le voy a dar mi tarjeta. En la tarjeta decía: "Doctor Juan Pérez. Oculista"

SOBRE LAS ÓRDENES EN EL NUEVO TRABAJO.

En una oficina, un empleado veterano instruye al de nuevo ingreso: -No tome demasiado en serio las órdenes de jefe, ni se apresure a cumplirlas, porque cambia de opinión a cada instante. -¿Sus órdenes no son categóricas ni terminantes? -No, aquí lo único categórico y terminante son sus indecisiones.


EL INVITADO QUE LLEGA TARDE A LA FIESTA

El invitado llega muy tarde a la fiesta y la señora de la casa le dice: -Lo siento, pero las chicas bonitas ya se han marchado. -No importa, yo sólo venía a verla a usted. 


EL GINECÓLOGO QUE VIENE CON LAS NOTICIAS

Terminado el reconocimiento médico, el ginecólogo le dice a su joven paciente: -Tengo una buena noticia que darle señor. -Señorita... corrige ella. -Ah, en ese caso la noticia me parece que no es tan buena.


LA ESPOSA QUE DA EXPLICACIONES AL MARIDO

Una joven esposa recibe a su marido y le dice: -Hola, querido, vino el señor de la renta, aquí está el recibo. -¿El recibo? ¿Cómo lo pagaste? -Bueno, con lo que puede... y además me dio un cheque. El marido se aparta y murmura para sí: -Viejo tramposo... quedamos en que el cheque era para mí.


EL ANCIANO QUE COMPRA EL ATAÚD

Un anciano demacrado y enfermo entra en una funeraria. -¿Cuánto cuesta un ataúd? -Hay varios precios y modelos. Cuando ya ha hecho su elección, el empleado pregunta: -¿Se lo mandamos a su domicilio o lo lleva puesto?


EL HOMBRE QUE BEBÍA EN COPAS GRANDES

-¿Por qué bebes el coñac y el ron en estas copas tan grandes? -Porque el doctor me dijo que nada de copitas.


LA TELE NO PUEDE SUSTITUIR AL PERIÓDICO

-¿Usted cree que la televisión llegará a sustituir al periódico? -Imposible,. Intente darse aire o matar a una mosca con la televisión.

EL PRESTAMISTA AGONIZANTE

Un prestamista está agonizando y le acercan el crucifijo a los labios. El moribundo coge la cruz, la recorre con los dedos, la mira con ojos vidriosos, la sopesa y murmura: -Doy 20 euros, ni un céntimo más


BUSCANDO AL SEÑOR CUEVAS

-¿Está el señor Cuevas? -Sí, pero se ha dormido. Una hora después. -¿Está el señor cuevas? -Sí, está durmiendo. -Oiga, ¿Por qué me dijo que estaba dormido? -Es lo mismo -¿Cómo va a ser lo mismo? ¿Acaso es lo mismo estar fastidiado que estar fastidiando?


 COMERCIANTES QUE HABLAN DEL PLEITO

Dos comerciantes amigos se encuentran en la calle. -¿Y qué? ¿Cómo terminó aquel pleito que tenías? -Asunto terminado. Triunfó el más honrado. -¡Hombre, cuanto lo siento!

Chistes cortos de borrachos

* Va un BORRACHO por la calle y se encuentra una MONJA. Le pega 
una hostia, la tira al suelo y le dice:
- Levántate, BATMAN, y shigue lushando. 


Menudo alivio

Un guardia observa a un hombre que caminaba trabajosamente con un pie en la calzada y otro en la acera.
- Está usted BORRACHO - le dice.
- ¿Ah sí?
- Al menos tiene usted el aspecto de estarlo.
- ¡Menos mal!. Creía que era COJO.


Abracadabra

Estaba un BORRACHO fuera de su casa GRITÁNDOLE a la PUERTA:
- ¡Abracadabra!, ¡ABRACADABRA!

En eso, pasa un POLICÍA y le dice:
- Oiga, señor, ¿de veras cree que la puerta se va a abrir diciéndole abracadabra?
- ¿De verdad dije abracadabra? Perdón, me equivoqué.

Y entonces comienza a gritar:
- ¡Abre, cabrona!, ¡ABRE CABRONA!


Borracho atrasado

Llega un BORRACHO a un BAR y empieza a gritar:
- ¡FELIZ NAVIDAD!, ¡Feliz navidad a todos! 
Y un hombre que estaba en el bar le dice:
- Oye pero como que feliz Navidad si estamos en FEBRERO.
Y el borracho contesta:
- ¿En FEBRERO?, ¡madre mía!, mi mujer me va a matar, nunca había LLEGADO tan TARDE.


La ensalada

En una litera de tren, en la cama de arriba se oye:
- Manolo cómeme la LECHUGUITA….¡¡Ohhh!!
- Pili cómeme el NABITO... ¡¡Si!!...¡¡ohh!!..¡¡Si!!

Al cabo de un rato se oye desde abajo:
- A ver los de la ENSALADA de arriba, ¡¡¡¡Que se os está cayendo... LA MAYONESA!!!!

Zumo de limón

La MUJER le pregunta al MARIDO:
- ¿Qué hiciste anoche?
Y el responde:
- Bueno me tome unas copas, después volví a casa y me prepare un ZUMO de LIMÓN para rebajar un poco.
Y responde la mujer enfadada:
- ¡¡¿Rebajar?!! ... ¡¡ve a la cocina y mira lo que le has hecho al CANARIO!!



La mujer más hermosa

Un HOMBRE llega a su casa a las 4 de la MAÑANA y toca a la puerta de su casa y le dice a su MUJER:
- ¡Ábreme la puerta mi amor!
Y la mujer le dice:
- No, no que vienes BORRACHO.
Y el hombre para convencerla le dice:
- Abreme que traje flores para la mujer más hermosa.
La mujer le abre la puerta sonriendo y dice: 
- ¿Donde están las flores maldito?
y el hombre responde:
¿Y la mujer más hermosa dónde está?



El inspector

Un INPSECTOR llega a un MANICOMIO para hacer una revisión, 
y en esto que pasa un LOCO imitando a una MOTO: ¡prroppp!, ¡prroppp!...

El inspector le dice al director del manicomio:
- Por favor, dígale al loco que se calle.

El director le contesta:
- ¿Le molesta el RUIDO que hace?
- !No¡, lo que me MOLESTA es el HUMO.



Locos con indiferencia

Esto son 2 LOCOS que van por la calle y se encuentran 3 BOMBAS.
Las llevan a comisaria y por el camino le dice un loco al otro:
- Si EXPLOTA una BOMBA, ¿qué hacemos?
- Pue les decimos que solo nos encontramos 2.



Tres hermanos

Había 3 HERMANOS, el primero se llamaba TONTO, el segundo NADIE y el tercero NINGUNO. 

Un día TONTO va exaltado a la COMISARÍA y le grita al oficial:
- ¡Rápido! ¡NADIE se cayó a un pozo y NINGUNO lo está ayudando!

El policía, enojado, dice:
- ¡¿Usted es TONTO?!
- Si, mucho GUSTO agente.



Feliz Año Nuevo

Un MATRIMONIO de ANCIANOS, estaba durmiendo tranquilamente cuando el viejo a las 3 de la mañana empieza a gritar: 
- ¡¡Feliz año nuevo!! ¡¡FELIZ AÑO NUEVO!! 
- ¡Eh! ¡Viejo, despiertate!, ¡estás soñando! ¡si estamos en Mayo! 
El viejo sigue...
- ¡¡Feliz año nuevo!!, ¡¡Feliz año nuevo!! 
La mujer le pone la DENTADURA POSTIZA: 
- ¡¡FELISA me MUERO!!, ¡¡Felisa me muero!!



En camas separadas

Una VIEJITA de 98 años y un VIEJITO de 115 visitan al DOCTOR:
- ¿Entonces... nosotros no podemos HACER el AMOR? 
- No mi señora, si ustedes lo hacen se pueden morir. Es mejor que duerman en habitaciones separados. 

A media noche, le tocan a la puerta del cuarto del viejito.
- ¿Quién es? 
- Una VIEJITA SUICIDA.



Una camiseta de regalo

Un niño entra en una TIENDA de DEPORTES:
- ¿Me da una camiseta del F.C.BARCELONA?
El dependiente le responde:
- Sí, claro, ¿de qué la querías, de JUGADOR, de PORTERO o de ÁRBITRO?



Haciendo flexiones

Un DEPORTISTA salió a correr por el monte y, después de unos kilómetros, se puso a hacer FLEXIONES como un loco contra el suelo. Cuando llevaba así un buen rato, pasó por allí un PASTOR que se fue acercando poco a poco sorprendido. 

Al llegar junta a él, en una de las subidas y bajadas, le dio con el BASTÓN en el CULO y le dijo:
- ¡Pero para, chavaaal! ¡Que se te ha ido la MOZAAA!


 Fan del Real Madrid

Esto es un hincha forofo del Real Madrid que va por la Castellana, 
le pega una patada a un bote y sale un GENIO que habia escondido: 
- Te concedere un deseo, el que tú quieras. 
- ¿Pero los genios no concediais siempre 3 deseos? 
- Tiempo de Crisis, asi que ¡pide el deseo y calla! 
- ¡¡Quiero 20 millones de euros!!
- ¡Te he dicho que estamos en crisis IMBECIL!, pide otra 
cosa! 
- Quiero que termine la guerra en PALESTINA, que reine la paz 
y que todos se lleven bien. 
- Que dices, eso es un deseo imposible, pide otro más 
sencilla.
- Hum... bueno, pues que el Real Madrid GANE la LIGA este 
AÑO.
- Anda chaval, trae un PLANO de PALESTINA, a ver que podemos hacer...